24/8/15

Ayudar, placer adictivo [24-08-15]


Ayudar, placer adictivo

Sorpresivo descubrimiento


Durante décadas, los científicos han estudiado zonas en lo profundo del cerebro que parecen asociadas con el placer y la adicción. Si se pone un electrodo en esa parte del cerebro de una rata, ésta se obsesionará con estimular esas zonas.

Cuando a las ratas se les permite empujar una palanca a cambio de una leve corriente que produce un estímulo en esos "centros de placer", ellas presionarán la palanca hasta 7,000 veces por hora.

Estas ratas se olvidan de comer o beber, y se les debe desconectar para evitar que mueran. Por conseguir ese estímulo, los machos ignoran a hembras en celo y las ratas se olvidan de amamantar a sus crías. "Presionar esa palanca se vuelve todo su mundo", escribe David J. Linden, neurocientífico de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en su fascinante nuevo libro "La brújula del placer".

El profesor Linden explica cómo drogas como la cocaína, que activan esos centros de placer (hay varias personas interconectadas), de hecho alteran las conexiones cerebrales para incrementar el deseo. Si mira fotos ampliadas de cerebros de ratas puede ver a cuál animal se le dio cocaína y a cuál no.

Y esto no sólo lo causan las drogas. Escáneres cerebrales sugieren que todo, desde una carrera hasta el sexo, activan los circuitos de placer del cerebro. Todas pueden tener consecuencias neurológicas que corresponden con lo que pensamos como una adicción. Por ejemplo: ejercicio.

Como corredor patológico desde mis días de secundaria en Oregón, esto llamó mi atención: ¿Soy adicto a correr?

"Los adictos al ejercicio muestran todos los signos de los adictos a sustancias: tolerancia, ansiedad, retracción y la necesidad de ejercitarse sólo para sentirse normal", indica Linden.

De acuerdo, lo reconozco. Quizá sea un adicto.

El engarce con lo que produce placer parece activar la liberación de químicos llamados endorfinas y enkefalinas uno (la versión cerebral del opio) y endocabinoides (la versión cerebral de mariguana).

En el laboratorio, las ratas pueden desarrollar adicción al ejercicio en una rueda.

Investigadores del cerebro están hallando muchos modelos similares. ¿Quién sabía que el orgasmo, por igual en hombres y mujeres, activa los centros de placer tanto como la cocaína?

"Entre todos los que sufren de una adicción, los adictos al sexo están entre los menos probables que busquen atención y tratamiento", escribe, y añade que esto es trágico, porque es más probable que en su adicción arrastren a otros con ellos más que un drogadicto.

La investigación de la química cerebral también sugiere que el juego y comer en exceso pueden ser conductas adictivas análogas a las adicciones a los narcóticos. En particular, alimentos con grasa parecen activar deseos que a su vez alteran los circuitos cerebrales de placer para amplificar ese deseo.

Un estudio halló que ratas alimentadas con pastel de queso y chocolate mostraron diferencias en los circuitos cerebrales en apenas 40 días. El impacto fue que los centros de placer de su cerebro se entumecieron, de modo que al parecer necesitaban tragar aún más pastel de queso para generar la misma satisfacción.

Bien sea azúcar o heroína, el cuerpo en forma constante eleva la cantidad necesaria para proporcionar el mismo estímulo.

¿Significa esto el fin de la libre voluntad?

Por supuesto que no. Pero es un recordatorio que los deseos son fenómenos complejos con fuertes lazos con la química cerebral y la genética. Quizá sea por esto que el presidente Obama ha mostrado asombrosa autodisciplina en su carrera política mientras soporta una larga lucha con la nicotina.

Más aún, nuestro cerebro nos impele no sólo hacia vicios, sino también hacia virtudes. En años recientes, los investigadores han descubierto que la generosidad no es siempre un sacrificio; en cambio, a menudo nos regocija.

Una serie de experimentos en la universidad de Oregón incluyó a jóvenes mujeres conectadas a escáneres cerebrales mientras se les mostraban modestas cantidades de dinero. En ocasiones les quitaban dinero, en otras les daban oportunidad de donar a caridades, y algunas veces les dieron cantidades adicionales.

Los centros de placer se encendían cuando recibían dinero, como es de esperar, pero también cuando lo regalaban.

Hubo considerable variedad entre los individuos. Con base en sus patrones cerebrales, casi la mitad de las mujeres parecía sentir tanto placer en dar dinero como en recibirlo. La otra mitad disfrutó recibir más dinero. Tampoco sorprende que estas últimas dieron menos a la caridad.

Quizá la investigación conduzca a nuevas herramientas para combatir la adicción a las drogas, el alcoholismo o la obesidad. Quizá yo pueda llegar a sentir el estímulo de la carrera sin tener que sudar. Pero para mí, el descubrimiento más fascinante es que por lo menos la mitad de los humanos se siente tan bendecido con dar como con recibir.

Sobre la base de la más reciente investigación cerebral, así como la experiencia práctica, reconozcamos esta profunda verdad: el altruismo y la generosidad pueden ser placeres hedonistas.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario